Si jugásemos al juego de las adivinanzas, tengo mis dudas sobre cuál sería la palabra más repetida; crisis, recortes, austeridad, responsabilidad, fraude, mentira… estarían entre las candidatas con total seguridad.
Algunas de ellas son grandes clásicos de la época prenavideña, se repiten año tras año en el debate de presupuestos. Aumenta la responsabilidad por metro cuadrado de forma pasmosa o al menos el alarde de la misma. Responsabilidad en virtud de la cual se vienen aceptando unos presupuestos, que lejos de sacarnos de la actual situación de crisis, nos han ido sumiendo en la desesperanza con la triste y falsa sensación de que no se puede hacer nada en contra de algo que viene dado inevitablemente, como si se tratase de lluvia. No negaré la situación de crisis global en la que nos encontramos pero también creo que es evidente que no todo el mundo está padeciendo la crisis del mismo modo y que algo tendrán que ver las personas que por “responsabilidad” han decidido seguir las políticas actuales.
Mi cabeza estaba pues preparada para oír como cada año, en cada debate presupuestario, cómo se había de actuar responsablemente pero… este año es especial, además de ser época de presupuestos nos ha pillado en plena campaña electoral y la lista de eslóganes a escuchar se ha ampliado considerablemente.
¡Pelea por lo que quieres!, ¡Habla!… nos espetan, y una que no se caracteriza por estarse callada tiene ganas de responder:
¿Hablar? Ya hablo, hace mucho tiempo que lo hago ¿Quién escucha? No sirve este eslogan, hablar no es útil si nadie te escucha. Hablo con las paredes, con la sensación de que son las únicas que ponen interés en lo que digo, grito por si acaso es que existe un problema auditivo pero no, el problema no se arregla ni con los gritos de las manifestaciones en la calle ni con sordinas que podríamos regalar a quien nos gobierna.
Pelea por lo que quieres, dicen. ¡Qué ironía! Ya peleo, contesto en mi interior, peleo contra ti, contra los recortes que tú cínicamente denuncias al mismo tiempo que impones.
Recortes en políticas sociales básicas, recortes en renta básica, no, no son reajustes, se trata de dejar a mucha gente fuera de una red mínima de protección. Se trata de aumentar la injusta brecha social, se trata de ahondar en las diferencias sociales. Hay crisis, justifican. ¡Qué noticia! ¿Quién no lo sabe? Lo que parece que desconocen quienes proponen estas medidas yo-yo, medidas de ahora doy-ahora quito, medidas improvisadas, inútiles, injustificadas es que hay personas que llevan mucho tiempo viviendo en crisis, crisis sobre crisis. Se plantean presuntas soluciones que solo golpean a los sectores más débiles, a los menos protegidos, mujeres, menores, inmigrantes. Nunca se tiene en cuenta una perspectiva de género –se ignora lo qué es eso-, se ignora la perspectiva social, igualitaria. Nos venden la necesidad del recorte para que el sistema sea justo y sostenible. Sostenible, ¿Para quién? Intentan enfrentar unas necesidades contra otras, impulsan la política del miedo a la escasez, del “Sálvese quien pueda”. Todo vale, es época de crisis
Buscan la austeridad y evitar el fraude. Así dicho no suena mal pero ¿de qué y de quienes estamos hablando?
Tenemos un gobierno que utiliza de bandera la austeridad, aclaremos: la austeridad del resto, austeridad para la renta básica, austeridad para recortar salarios, para la educación, para la sanidad, para las inversiones municipales, para los servicios a la ciudadanía, para la cooperación al desarrollo.
Proponen un cambio en el sistema de protección social para adaptarse a la realidad, dicen, y para evitar el fraude en la percepción de la renta básica, ojalá evitaran el fraude propio, la opacidad de los cobros legales pero a todas luces inmorales. Esta nueva regulación supone de hecho la exclusión de muchas personas, demasiadas, de la posibilidad de vivir dignamente. La ley que regulará la renta de inclusión social paradójicamente les empuja a la exclusión social. Nos vendieron la reducción de los altos cargos, la falsa merma de sus sueldos pero resulta que el porcentaje de los sueldos dedicados a los altos cargos ha subido en estos presupuestos. Es un dato llamativo, muy llamativo. Del tono ¡escandaloso!
Están aplicando parches y sólo parches. Llevan años parcheando. Eso sí, del mismo modo que Médicos sin Fronteras vende sus píldoras contra el dolor ajeno- campaña que por cierto felicito- el Gobierno aplica parches ajenos, austeridad ajena contra el derroche propio. Buscan bien qué tuerca ajustar, qué cinturón apretar, nunca el propio, siempre el ajeno.
Hay que hacer más con menos, afirman mientras duplican cargos de calienta sillas en estructuras internas siguiendo con la política del “chiringuitismo”, inventándose secciones con sus respectivas jefaturas para gestionar menos de la mitad de lo que supone su sueldo anual. ¿Es esta su optimización de recursos? ¿Esta su austeridad? Más bien parece sinvergonzonería.
Proponen la búsqueda de soluciones nuevas para situaciones nuevas pero lo que vivimos es más de lo de siempre mentiras, engaños, fraudes.
Nekane Perez