No hace mucho que criticaba
duramente uno de los supuestos motivos para cambiar la ley de renta básica, nos
hablaron de la sostenibilidad, de la solidaridad sostenible a la vez que
sacaron el tema del efecto llamada. Al poco tiempo, la verdad es que una
últimamente no gana para disgustos nos volvieron a hablar de la sostenibilidad,
en este caso la sanitaria. Otra vez más con la misma burra a vueltas, con las
medias verdades que son mentiras, con los falsos dogmas de la eficacia de lo
privado. Nos hacen creer que los derechos son privilegios y que ahora es tiempo
de lo justo, por lo tanto, es tiempo de “austeridad” y de establecer
prioridades en torno a unos pilares que no son los de una sociedad igualitaria
precisamente.
Y claro, también tenían que
airear el efecto llamada en el ámbito de la atención sanitaria, aquí somos muy
responsables, mostramos mucha solidaridad pero dejando claras las prioridades. Lo
que fuera de aquí es xenofobia aquí es responsabilidad, es prevenir el efecto
llamada, no podemos ofrecer derechos, no si en el Estado no se ofrecen, no
podemos “hacer quedar mal a nadie” no podemos, no queremos, reconocer todos los
derechos a todas las personas.
Al mismo tiempo, yo que siempre
he sido crítica con ese susodicho efecto, me descubro consciente de que existe
y que realmente es muy dañino. No hablo de ese supuesto efecto llamada de
reconocer que todas las personas somos iguales en derechos sino de este que
vislumbro tras la amnistía fiscal. Estoy de acuerdo en que es necesario
regularizar la economía sumergida pero
es no puede establecerse sobre el premio al fraude. La amnistía fiscal es una
medida injusta, cruel e ineficaz que produce desequilibrios, que concede a quien
ha defraudado motivos para seguir haciéndolo y a quien no lo ha hecho motivos
para hacerlo, esto si que es llamada. El problema es que no cualquier persona
puede acudir a esa llamada, solo quien tiene dinero, quien tiene poder.
Tantas veces hablamos de primer
mundo y de tercero, tantas de países desarrollados y en vías de desarrollo, tantas
de la ayuda al desarrollo, tantas lecciones teñidas de solidaridad … Palabras,
palabras con las que se demuestra que no sabemos que es el desarrollo, palabras
que confunden desarrollo con capitalismo. Sabemos que estamos atravesando una
crisis, crisis económica, crisis financiera, crisis política, lo sabemos desde
el principio, es una crisis de valores, es una crisis de modelo ante la cual se
proponen medidas que nos llevan a más de lo mismo. Lo más triste de todo esto
en mi opinión es que no estamos aprendiendo de esta situación, nos dedicamos a
repetir las mismas formulas viejas que nos llevan a una crisis social, no hay
justicia social en todo esto, esto se convierte en un sálvese quien pueda. Una
cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones y en este caso lo que
se está haciendo con esta política de recortes salvajes es localizar esos
eslabones más débiles pero no para reforzarlos, sino para romper la cadena,
quieren dejarnos claro que aquí hay dos cadenas la fuerte, cada vez más porque
se desprende de los débiles, la débil olvidada, dentro de poco dejará de ser
cadena. A su vez la fuerte seguirá buscando las partes débiles para expulsarlas,
cada vez más corta. Esta es la sociedad, cada vez con una brecha más grande,
con unas diferencias éstas sí insostenibles, donde quien puede se cree con todo
el derecho de poder, de tener, de ser diferente, donde se culpa en muchas
ocasiones a quien no tiene de no tener.
Sé que hay quien para
tranquilizar su conciencia me califica de alarmista o incluso quien cree que solo
denuncio estas políticas porque es lo fácil, pero no es así, ni es fácil, ni son
mis desvaríos. En el informe de observaciones finales del Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales son muchas las preocupaciones y las
recomendaciones sobre el cumplimiento de estos Derechos, entre otras manifiesta
su preocupación por las modificaciones introducidas por los Real Decreto Leyes
16/2012 y el 14/2012, advierte que la educación ha sido uno de los sectores más
afectados por los recortes; reconoce su preocupación por las medidas regresivas
que se adoptan en los mismos. No basta decir que en otros lugares la atención
es peor, no vale decir que se intentará promover al máximo los derechos. Los
derechos o se garantizan o no, no hay punto medio, no se pueden medio cumplir.
Los Tratados Internacionales no son para quedar bonito, no son válidos solo de
vez en cuando, lo son siempre, todos, de modo indivisible y para todas las
personas, están por encima de cualquier otra norma, es decir cualquier norma se
ha de sujetar a estos Tratados y tengámoslo claro, esto no se está haciendo.
Mientras la amnistía fiscal llama al fraude hay quien espera que el dinero
escondido aflore, dinero para hacer fuerte esa parte de la cadena, para hacer
más grande el muro que separa las personas beneficiarias de derechos y quienes
no lo son. Cada quien verá dónde está en la cadena, verá que hace con los
eslabones más débiles que le rodean, yo sigo apostando por reforzar la cadena,
sigo apostando por aprender, por pelear, por crear esa sociedad en la que todas
quepamos y lo haré siempre que pueda utilizando el efecto llamada: Cuántas más
personas luchemos juntas más fácil será derribar los muros injustos de la
inequidad.
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