El pasado 20 de noviembre, día en
que se celebraba el Día Internacional de la Infancia, se invito a todos los
grupos parlamentarios a participar en una sesión especial de trabajo en la
Comisión de Políticas Sociales con la participación de un grupo de menores en
situación de desprotección que el Gobierno de Navarra tiene bajo su tutela. Se
trataba de que pudiéramos reflexionar sobre sus inquietudes, su percepción de
la realidad, su idea de modelo de sociedad, etc…
La sesión de trabajo se convirtió
en una comparecencia de un representante del Gobierno sobre la política de
protección del menor, en más de una ocasión incidió en que tenían que dar gracias
porque el Gobierno a través de sus mecanismos de protección les protegiera en
su situación de desprotección, habló de la suerte que habían tenido. Este tipo
de afirmaciones me parecieron sencillamente indignantes, no podía dar crédito a
lo que estaba escuchando, ¿agradecer que el Gobierno cumpla con su
responsabilidad?, ¿suerte?, ¿de qué? ¿de vivir en una situación de desamparo?
Puedo entender que cada quien agradezca a su madre y a su padre la protección
que le dan, el apoyo, el cariño y también las correcciones pero no veo que esto
haya que pedirlo. No creo que sea lo habitual ver a una familia exigiendo que
se le den las gracias, quizá porque también soy madre pero tengo claro que cada
cosa que hago por mis hijos, las que hago bien e incluso las que hago mal, no
las hago para que me den las gracias. Es más, he procurado enseñarles que en la
familia, con los amigos y amigas, con la gente a la que quieres no se hacen las
cosas para que te las devuelvan, para que te las agradezcan, no se guardan en
la lista de lo que nadie te debe. Se hacen porque quieres, porque te sale del
corazón y el pago de las mismas (en esta vida todo tiene un pago) es el mero
hecho de hacerlo, de sentirte bien porque has cumplido con tu responsabilidad.
Así que no pude callarme, no me pareció que fuese justo que se les transmitiese
la idea, el valor de que hay que agradecer que se cumplan los derechos, no es
una opción que tenga el Gobierno, cumplir o no, no protege a menores porque
decida ser bueno. Fue bastante evidente que el representante del Gobierno no
compartía esta misma visión, así que muy finamente me llamo mal educada,
dejándome claro que a él le habían enseñado a ser agradecido, que él agradecía
la suerte que había tenido de ser bien educado. Presumió de su buena educación
porque la había mamado de la teta de su madre, me sentí ofendida, porque aunque
se supone que ofende quien puede y no quien quiere no me gusto en absoluto
aquello que yo sentí como una alusión a mi madre y a la educación que no me
había dado, ¿Quién era aquel señor para cuestionar a mi madre? ¿que sabía él lo
que me han enseñado o no? ¿Y porque tenía que ser mejor lo que él decía que lo
que yo afirmaba? ¿Quién le había dado la potestad de colocarse por encima del
bien y del mal determinando lo que es bueno y malo?
Además de ofensivo me resulto
machista y más viviendo de un representante del Departamento de Políticas
Sociales del que depende el Instituto de Familia e Igualdad. ¿Los padres no
educan? ¿Es esa la visión de familia, de igualdad, de corresponsabilidad?
Tal como he mencionado al
principio, el objetivo de la sesión-al margen de la lección que algunos nos
quisieron dar- era conocer su percepción de la realidad. Las chicas y chicos
allí presentes comenzaron a preguntar por los recortes, y como respuesta tuvimos
que escuchar que en Youtube se puede ver una explicación sencilla de la crisis
dada por dos mayores. No la he escuchado y no quiero escucharla porque con lo
que oí en la comisión tuve bastante, según la representante del PP todo
consiste en que si se ganan 5 hay que gastar solo 2 y ahorrar 3. Se supone que
durante este tiempo hemos estado gastando más de lo debíamos, hemos vivido como
cigarras y no como hormigas. No podemos
consentir que quien ha ganado 500, y ahora en crisis si te descuidas gana 1000,
eche la culpa de la crisis a quien la está sufriendo, no debemos admitir que la
crisis la hayan originado sus víctimas. No es tan simple como ganar 5 y gastar
2, a este planteamiento le fallan varías cosas:
1. No
todo el mundo gana 5, ni 2 tampoco. Hay quien no tiene esa “suerte”, supongo
que ganar 5 será también una suerte ¿Sabemos que hay en estos momentos muchas
familias sin ingresos? ¿Son familias de cigarras?
2. ¿El
gasto mínimo es 2? ¿Con 2 se puede comer, pagar la luz, el agua, el gas, gastos
escolares, transporte? Claro, no importa que suba el IVA, no importa que suban
los alimentos, el gas, la luz… supongo que a eso hay que hacerle frente con los
3 ahorrados de los 5 que no se ganan.
3. ¿Quiénes
recogían esos 3 de más que íbamos gastando eran las hormigas? ¿Cuánto gana y
cuánto gasta quien ha impulsado el consumo compulsivo? ¿Quién ha ganado dinero
y sigue haciéndolo fruto de la burbuja de presunto bienestar en la que hemos
vivido?
Reconozco que no soy una experta, y que no tengo una varita
mágica para resolver la situación actual pero sin duda la respuesta no debe
pasar por culpabilizar a quien más está sufriendo la crisis. Esta crisis tiene
culpables y desde luego no son las familias sin ingresos ni las personas en
paro.