Piensa que estás en tu casa, y de
repente alguien decide que ésta es demasiado grande que tienes espacio de sobra
y sin consultar contigo le conceden la sala a otra persona. Primero la sala,
después las habitaciones, luego la cocina, te separan de quien quieres, te
dejan en el baño. Al final pides que te dejen al menos una escalera para poder
salir de ese baño a la calle pero te dicen que no, te obligan a pasar por
controles humillantes en tu casa para decidir si te van a dejar salir. Quizá
hoy sí o no, nunca sabes si llegarás a tu huerta, a tu trabajo, a tu escuela.
Tienes familia fuera que quiere entrar -es tu casa- aunque ahora hasta en la
puerta hay otro nombre, quieres que entren aunque sea al baño pero no pueden,
está prohibido, soledad, aislamiento… Te puede parecer un sueño, una pesadilla,
es la realidad palestina.
No es fácil resumir 8 días en un
relato breve, no cuando estos días han sido tan intensos, tan duros, tan
enriquecedores…no es mi intención. De cada uno de sus días cada miembro de la
brigada podría contar una historia propia, de hecho cada día nos encargábamos
de ello, la historia depende de la persona que la cuenta pero reconozco que
hago mía cada una de las palabras de mis compas ( http://miradasdesde.wordpress.com)
Cada quien tiene su estilo pero esto también ha sido curioso como nos hemos ido
complementando, nuestra convivencia ha sido un factor positivo más en el
transcurso de la brigada.
Somos 10 las personas que nos
conocimos en Lavapiés dando inicio a la brigada, nuestra coordinadora nos había
invitado y no nos conocíamos previamente, era una incógnita saber como
encajaríamos, otra más. Solo nos unían las ganas de empaparnos en Palestina, la
inquietud compartida por observar y vivir de cerca esas injusticias de las que
habíamos oído tanto. No sé si éramos muy conscientes de la importancia de la
formación, de empezar a hacer piña, yo ahora sí que lo soy. Empezó bien, las
piezas del puzle se colocaban en su lugar sin estridencias, presagio de que el
grupo funcionaría.
Fuimos llegando a Jerusalén, la
primera mirada de la brigada en Jerusalén fue la concentración en el Día de la
Tierra, allí las primeras demostraciones de cómo los jóvenes (muy jóvenes)
soldados israelís con la prepotencia que nos transmiten en cualquier lugar,
incluso quienes llegamos de madrugada sentimos su arrogante presencia en todas
las esquinas, no es precisamente seguridad lo que siento por las callejuelas
camino del albergue. Es allí, de madrugada cuando recibo la noticia de que
faltará un miembro en la brigada, quién y la coordinadora, duro golpe. La piña
decide que la distancia no nos hará ser menos brigada, coordinación en la
distancia, no está pero su presencia es evidente.
A partir de ahí, el día a día es
intenso, una agenda repleta de citas con movimientos sociales, civiles, con
muchas personas que nos han permitido entrar en su vida, unos días en la
burbuja palestina, para la brigada es una experiencia para la población
palestina es su vida.
No es mi intención contar el día
a día, sólo quiero resumir las sensaciones, algunos de los impactos, heridas en
el corazón.

Duelen muchos lugares, por
ejemplo las calles vacías de Hebron, calles que un día rebosaban de movimiento,
de gente que compraba u al menos observaba todo aquello que asomaba por las
puertas, de mercaderes que regateaban para convencer de que lo suyo es mejor y
más barato. Ahora son calles partidas, una parte que aún intenta conservar esa
vida y se protege de la colonia, de la basura que echan desde la colonia con
redes, la otra parte previo acceso controlado nos recibe con banderas ondeantes
y soldados que recuerdan quien manda.

No todo es dolor, cuando me
preguntan lo que me he traído no puedo hablar solo del dolor, de la
indignación, de la impotencia. Me acompaña la lucha de miles de personas, su
fuerza, su dignidad, sus ganas de luchar, su resistencia. Sé que algo nos une,
mis derechos son los suyos, no cejaré en la lucha, todos los derechos para
todas las personas.
Nekane Perez
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