lunes, 14 de mayo de 2012

Maquillaje sanitario, caldo de xenofobia


El Parlamento de Navarra en más de una ocasión ha presentado recurso de inconstitucionalidad contra la ley de extranjería, mal llamada de integración social. Es curioso el empeño que existe en los Gobiernos siempre en llamar a las cosas por su antónimo, hablan de inclusión cuando regulan la exclusión y hablan de integración para regular la discriminación legal. En dichas ocasiones el Parlamento se ha manifestado favorable a defender la garantía de los derechos inviolables inherentes a las personas, recurriendo lo que consideraba que actuaba contra la dignidad de la persona. Entre los argumentos siempre se aludía a que eran derechos regulados en Título primero de la Carta Magna, el derecho a la salud aparece en el artículo 43 dentro de este Título. Al principio del mismo en el apartado dos del artículo 10 establece claramente que las normas relativas a los derechos fundamentales se interpretarán de conformidad a con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales que hayan sido ratificados.

Las obligaciones básicas de los Estados en virtud del derecho internacional de los derechos humanos son tres: el deber de proteger, el deber de respetar y el deber de realizar. En una reforma de una ley que regula los derechos de las personas extranjeras parece claro que el Estado ha de tener una actitud activa  ajustando la legislación al cumplimiento y respeto de los acuerdos internacionales ratificados, se han de adoptar medidas que aseguren que los derechos y libertades quedan efectivamente garantizados.

Tal como reconocen los llamados Principios de Siracusa y Principios de Limburg, en los casos en los que el Estado establezca limitaciones a los principios recogidos tanto en el pacto Internacional de De Derechos Civiles y Políticos, como en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, sociales y Culturales, estas restricciones deben quedar justificadas por alguna de las siguientes razones:
   · Se base en uno de los motivos que justifican las limitaciones reconocidas por el artículo pertinente del pacto;
   · responda a una necesidad pública o social apremiante;
   ·  responda a un objetivo legítimo;
   ·  y guarde además proporción con ese objetivo.

Es decir cuando se incurre en un recorte de derechos el Estado tiene la obligación de demostrar que existe alguna de las salvedades mencionadas. Toda limitación en el acceso a un derecho humano debe ser rigurosamente explicada y justificada.

Recomendamos la lectura del artículo 12 del Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales ratificado el 27 de abril de 1977, que dada su extensión no reproduciremos aquí, en él queda claro que entre los elementos esenciales a garantizar por los Estados Parte está la no discriminación por ningún motivo en la accesibilidad, especial referencia hace a la accesibilidad de los grupos vulnerables. Dejemos claro que «Salud» se entiende no sólo como un derecho a estar sano, sino como un derecho a controlar la propia salud y el cuerpo (incluida la reproducción) Los Estados deben proteger este derecho, garantizando que todo el mundo dentro de su jurisdicción, tiene acceso a los factores determinantes de la salud, como agua potable, saneamiento, alimentación, nutrición y vivienda, y por medio de un sistema global de atención sanitaria, que está a disposición de todos, sin discriminación alguna.

En estos momentos se está produciendo un recorte evidente de este derecho y nadie da una explicación rigurosa y justificada en base a los Tratados firmados, es obvio que no responde a un objetivo legítimo y que el tratado no hace referencia a exclusiones, con lo cual la única explicación que no contravendría los Principios de Siracusa sería encontrar una necesidad social apremiante. ¿Cuál es esa? ¿Primero los de casa?

No conceder tarjeta sanitaria a la población inmigrante que a partir de ahora se empadrone en Navarra es una medida discriminatoria, ineficaz, inmoral y probablemente inconstitucional. La Consejera Torres que afirmaba que la medida tomada en Madrid rayaba en la xenofobia tendría que explicarnos cual es la diferencia real para las personas a las que su Gobierno deja sin tarjeta sanitaria, quisiéramos saber que opina sobre la misma el señor Rubalcaba, que hace pocos días admitía que este tipo de medidas se toman dando pábulo a la idea del abuso de la sanidad. Compartimos sus palabras cuando dice que ésta es una afirmación falsa y xenófoba, compartimos también que es una medida ineficaz, que lo único que va a conseguir es que las gripes se acaben tratando en Urgencias. Lo que se nos hace difícil de entender es que eso que tienen tan claro para España no lo tengan para Navarra.

Es escandaloso que mientras proponemos una buena atención a la maternidad, creación de protocolos contra la mutilación genital estemos negando la asistencia primaria a las personas, no sirve de nada decir que se atenderán los casos de VIH y tuberculosis si el camino para diagnosticar las enfermedades se cierra. Esta medida, que sin duda va a llevar a Urgencias muchos casos que no lo son, además de dificultar el trabajo del personal sanitario repercutirá en la atención sanitaria y se podrá utilizar en contra de las personas que se ven obligadas a acudir a las mismas porque no tienen otra posibilidad.

Basta de mentiras y maquillajes. Dicen siempre que Navarra no es una isla pero luego funcionan como si fuera otro planeta donde las leyes generales de la física hubieran de tener otra formulación. Esta es la única explicación que se nos ocurre cuando vemos, padecemos, que todos los recortes que se plantean en Madrid y se califican como nefastos son trasladados a Navarra vendiéndonos que es la menos mala de las soluciones. No es admisible el famoso efecto llamada, efecto del que siempre nos hablan a la hora de proceder a recortar derechos, este discurso junto con el del fraude, mala utilización, cala de modo rápido y fácil en la sociedad. Es una irresponsabilidad que en situaciones de crisis económicas se ataque a la población más vulnerable en vez de protegerla. Nos llevamos las manos a la cabeza cuando en países cercanos vemos que movimientos clara y peligrosamente xenófobos cobran fuerza, mejor que escandalizarnos tendríamos que trabajar por evitar crear el caldo de cultivo para el surgimiento de los mismos.

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