viernes, 19 de agosto de 2011

Más allá de la diferenciación por género

Más allá de la diferenciación por género


Nos queda poco tiempo para conocer el desenlace de lo que se ha convertido en un penoso culebrón. No se trata de aburrir a la gente con un toma y daca, a estas alturas ya hemos visto que las posturas están bastante claras. Nuevamente vaciarán de contenido la proposición de ley y se quedará en el limbo junto con todas aquellas que les parecen “excesivamente progresistas”.
Cada cual ha de saber por qué hace lo que hace y vota lo que vota. Es bastante triste que dejemos pasar la oportunidad de tomar una decisión de este calado ideológico con la excusa de que vamos a tomar otra más general que la contiene. No sirve esperar a la Proposición de Ley de Bases de Educación que ha presentado el PSN y nos dijeron aclaraba este tema. Quizá pensaban que cuando llegase el debate de esta proposición tendríamos olvidado el concierto de los centros que segregan en función de sexo pero no será así. No lo olvidamos porque esta proposición de ley de lo que nos habla es de dar preferencia a los que no segregan, a los que coeducan, no hablan de no financiar a los que si lo hacen. Paños calientes.
¿Qué es no ser objeto de atención preferente y prioritaria a la hora de acceder a conciertos? ¿Recibir menos dinero? ¿Seguir como hasta ahora? ¿Retirar la financiación en un tiempo?
En educación se pueden obtener estudios que avalen tanto una postura como la contraria pero lo que resulta difícil de “tragar” es que nos hablen de la segregación como de un modelo de enseñanza. No es un modelo ni nunca lo ha sido.
Para determinar el modelo de enseñanza es necesario contestar a tres preguntas:
¿Qué enseñar?, ¿Cómo enseñar? y ¿Qué y cómo evaluar?, dicho de otra manera cual es el enfoque, la metodología y la evaluación del modelo.
En función de las diferentes respuestas a estas preguntas podemos distinguir básicamente tres modelos de enseñanza: el tradicional o de transmisión, el conductista y el constructivista. Visto de este modo es evidente que no podemos hablar de modelo de enseñanza al hablar de la “diferenciación”.
Si insisten en llamarlo modelo podemos pensar en que utilizan la palabra para referirse a un arquetipo que hay que imitar o reproducir. La pregunta entonces es qué es lo que se debe imitar y de dónde proviene.
Al intentar encontrar la procedencia de la diferenciación por sexos podemos detectar un  ámbito de la vida en el que está diferenciación se mantiene: la religión, la Iglesia.  La Iglesia que sigue manteniendo al margen del sacerdocio a las mujeres, la Iglesia en su jerarquía, en sus enseñanzas, en sus seminarios. Separando hombres y mujeres, sacerdotes y monjas ¿Debemos imitar esta estructura? ¿Acaso no es más lógico pensar que son las religiones las que han de dar pasos en su democratización?
En una sociedad laica los ejemplos que se tomen para reproducir en la enseñanza no debieran de ser de origen religioso y menos aún cuando esto supone una discriminación clara. Es entendible la posición al respecto de UPN y CDN dado su posicionamiento ideológico  pero no lo es la del PSN. Más allá de la mera diferenciación de la enseñanza esto se trata de seguir en el anacronismo del trato diferencial y discriminatorio que la Iglesia tiene con las mujeres, le pongan el envoltorio que le pongan el “regalo” es la discriminación.
Podrán seguir argumentando diferencias en el desarrollo cognitivo, y seguiremos poniendo por ejemplo el apartheid, “los blancos siempre han aprendido mejor sin los negros”. El color de la piel era un criterio fundamental a la hora de determinar qué y cómo había que aprender algo. Si es impensable separar en nuestras aulas por etnias, si pensamos  que los derechos de la infancia están escritos para ser cumplidos y no sólo para adornar el papel sobre el que aparecen no podemos consentir la segregación por género.
Hay una cuestión relacionada con toda esta problemática y que pone el tema en el nivel o rango que le corresponde. Se trata de que el profesorado es un factor importante en la adquisición de conocimientos, lo que no lo es tanto es la importancia del sexo del profesorado. ¿O acaso también van a darnos un estudio en el que se demuestre que los resultados académicos mejoran si el sexo del profesorado coincide con el del alumnado? Es evidente que esta perspectiva pone de manifiesto otro aspecto del tema del modelado. Sería absurdo defender que para educar a chicos se necesitan hombres y  para educar a  chicas se necesitan mujeres.
En suma: por igualdad de género, por democracia, por efectividad educativa y por futuro  desde la administración pública no se debe promover ni subvencionar ningún tipo de discriminación y la “diferenciación” por género lo es.

Marzo 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores