No es sólo una hora, es mucho más

El Señor Iribas ya lo ha asegurado una y otra vez, no hay vuelta atrás en los recortes, mucho diálogo pero... de plantillas ni hablamos. Sorprende y no gratamente, o quizá ya ni nos sorprenda que es más triste aún.

Ya sé que es mucha gente la que puede pensar que en los tiempos que estamos nos tenemos que apretar el cinturón, que de algún sitio hay que recortar, que no se puede vivir “igual de bien” pero no nos engañemos, o no caigamos en el engaño que nos están tendiendo, lo quieren reducir al tema de una hora lectiva pero no es eso, no se trata del capricho de ese funcionariado al que se empeñan en seguir tratando como si fuese una cuadrilla de gente que hasta ahora ha vivido de maravilla y que ya va siendo hora de que se entere de lo que vale un peine.

Ya nos lo aviso cuando habló de las vacas gordas, se acabo esa época, será la que él ha vivido porque desde luego las que nos movemos en la educación pública no nos dimos cuenta de la gordura de las vacas. En todo caso si quieren adelgazar las vacas que busquen donde están las gordas, si quieren apretar tuercas que las aprieten en la dirección necesaria y allá donde se necesite ajustarlas. Me he debido de perder algo, se supone que quieren reconocer al profesorado, aumentar la calidad de la enseñanza y lo primero que hacen es impedir a las y los profesionales de la educación que desarrollen su trabajo en condiciones.

Sólo es una hora nos pueden decir, y es así pero partamos de la realidad de que no, aunque lo insinúen, no había vacas gordas ni había docentes que querían acomodarse; es algo mucho más serio, esa hora de reducción se pactó para la mejora de la enseñanza pública, porque no lo olvidemos de lo que estamos hablando nuevamente es de romper un pacto que han ido cumpliendo a saltos cuando y como han querido, y querer, lo que se dice querer han querido poco. El profesorado no trabajaba una hora menos de lo que le correspondiera, la trabajaba de otra manera, de esa manera que se supone necesitamos trabajar para mejorar la calidad de nuestra enseñanza.

Esa mejora es la que está en juego y no la comodidad del profesorado, una adecuada atención a la diversidad, desdobles en idiomas, apoyos en laboratorios. ¿Es ésta la autonomía que venimos reclamando durante años? ¿Es quizá la nueva organización necesaria para garantizar una educación integral por competencias?

Vemos estos días lo que está ocurriendo en Inglaterra que aunque nadie pueda explicar muy bien nos deja claro que algo está ocurriendo, nos alertan de que puede tener que ver con la falta de valores, con la lucha ante la desigualdad social, a la escuela se le pide mucho, cada día más, que eduque en todo lo educable. No cuestiono esa necesidad -aunque si que sea la escuela en exclusiva quien haya de hacerlo- de todos modos... parece lógico que si queremos que lo haga habrá que dotarla de los recursos necesarios, ¿no?

Es curioso que estén en disposición de apoyar una enseñanza segregada por sexos con la excusa de la mejora de los resultados académicos y no se preocupen de mejorar el resultado de todos esos chicos que están abandonando el sistema educativo, o que sin abandonarlo obtienen peores resultados que sus compañeras. Cuando mayor esfuerzo tenemos que realizar en compensar desigualdades, en promocionar la educación postobligatoria, en garantizar la educación integral de cada quien, en esos momentos se decide dedicar menos recursos.

Y aviso porque ya me conozco el percal, no me vale que me cuenten que no siempre la mejor enseñanza es la que mejor financiada está, lo que tengo claro es que la mejor enseñanza no puede ser aquella en la que cada vez se dedican menos recursos. Tengo mis dudas, pocas, mucha preocupación y poca duda, sobre qué es lo que subyace bajo toda esta política, desprestigiar lo público, que la gente llegue a la conclusión de que si quiere una buena educación para sus hijas e hijos tiene que buscarla en otro sitio, porque claro lo que el Gobierno puede garantizar no es lo mejor...

Podéis ver que no es solo una hora lo que está en juego, es mucho más.