viernes, 19 de agosto de 2011

Poca primavera

¡Poca primavera!

No hace muchos días comentábamos unas amigas lo habitual que es hacer de nuestra vida una burbuja, la burbuja de nuestro barrio, de nuestro pueblo, nuestro trabajo, nuestra familia. Desde esa burbuja se percibe que el mundo no va más allá, el mundo es sólo lo que se ve desde la ventana, contemplamos el día a día, su devenir, vemos muchas veces lo que queremos ver y otras muchas, la mayoría lo que nos dejan.

Pero lo veamos o no pasan cosas fuera de esta burbuja, de la nuestra, de la vuestra, hoy nosotras os invitamos a que lo intentéis. Hay personas que se han ido caminando desde Barcelona hasta Madrid, personas que querían ser escuchadas, que querían ser vistas, 700 kilómetros, 28 noches recitando un poema, plantando olivos, echando raíces.
En estos días que tanto se habla sobre la crisis económica, pero tan poco sobre la pérdida de derechos adquiridos que nos está viniendo (merma en las condiciones laborales, incremento de la exclusión social, peligro de dejar a las mujeres en los márgenes, negación de derechos ciudadanos, etc) debemos de activar la alerta para poder ver y reconocer más allá de la realidad propia, desde la visión crítica.
Nafarroa Bai se adhirió al manifiesto de esta marcha por la igualdad de Derechos. Por el derecho a la ciudadanía, por el derecho a un trabajo digno, con contrato, por el derecho a la sanidad y a la educación gratuita, por el derecho a la legalización administrativa, por el derecho a no ser parada por los diferentes cuerpos policiales en cualquier momento, por el derecho a poder vivir en igualdad.
Las distintas asociaciones de inmigrantes marcharon a pie desde Barcelona hasta Madrid para mostrar su rechazo a la Reforma de la ley de Extranjería, una reforma que empeora la actual ley. Una larga caminata que no pasó por aquí pero acercaron a nuestro pueblo para hacernos conscientes de lo que supone. Nosotras no hemos caminado pero también queremos alzar nuestra voz, queremos romper la burbuja y gritar que queremos la igualdad de derechos, que la necesitamos y que no dejaremos de exigirla.
Mientras se nos llena la boca hablando de integración, de interculturalidad, la ley se empeña en recordarnos que la igualdad no es cierta, ni siquiera sobre el papel, hay personas de primera, de segunda y hasta personas que ni siquiera son reconocidas legalmente.
Pero es que resulta que esto también es lo nuestro, lo vuestro, porque nadie que afirme defender los derechos humanos, la solidaridad, la igualdad y la ciudadanía puede aceptar lo que la Reforma de la Ley de Extranjería pretende cercenar, al amparo de la crisis.
Vivimos inmersos en una crisis, una crisis que se han empeñado en vendernos como pasajera, una crisis económica dicen. Nos hablan de brotes verdes, ¿Para quién? Son muchas las personas que siguen viviendo en el más crudo invierno invisible, que no cuentan con un respaldo familiar, que no están protegidas por una red de apoyo, ni con la libertad de transitar los espacios públicos sin el temor a ser detenidas. ¡Poca primavera para esta parte de la ciudadanía, y para la ciudadanía en general, que aún y no amparando estas situaciones las permite, o ni las reconoce!
Porque la Reforma de la Ley de Extranjería no es en ningún momento una ley que garantice la igualdad de derechos, es más, ni siquiera la ha buscado.  Esta Reforma no se ha planteado desde criterios de derechos humanos sino desde criterios economicistas y mercantilistas basada en las necesidades del mercado laboral. No facilita la regularización, pone trabas a las reagrupaciones, trata como delincuentes a personas que no han cometido delito alguno e incluso castiga la solidaridad y la lucha por la integración de los colectivos sociales y de la ciudadanía con penas administrativas de 500 a 10.000 euros. Esta parte de la ciudadanía también es nuestra, porque no queremos construir desde la exclusión, y porque antes de que viniesen a esta tierra ya nuestra gente se tuvo que marchar a otros lugares por razones económicas o políticas.
No corren buenos tiempos para la ciudadanía en general y en particular para la población inmigrante, si echamos un vistazo a las políticas de los países cercanos veremos que se quiere responsabilizar en muchos casos a la inmigración de las malas políticas llevadas a cabo en sanidad, en educación, en economía... y a la vez se ocultan datos económicos que demuestran que las pensiones, la seguridad social y otras prestaciones del sistema de bienestar no han entrado en quiebra y se mantienen vigentes gracias a la aportación económica de la inmigración y del trabajo de los inmigrantes (datos del Ministerio de Economia de España) Hemos de evitar discursos en los que se une la inmigración con la delincuencia, con la seguridad ciudadana, con la falta de trabajo, con las listas de espera en Sanidad, con la presunta perdida del nivel académico. Estamos en la obligación de reconocer la aportación económica y social de la población inmigrante, la inmigración no supone un problema, nos plantea el reto de construir entre todos y todas una sociedad en la que la igualdad efectiva de derechos no sea una utopía.

Nafarroa Bai se posiciona claramente en contra de la perpetuación de la desigualdad y la exclusión que supone la aceptación de esta ley. Hemos denunciado en el Congreso la falta de garantías de respeto a los derechos fundamentales que aprobar esta reforma supone. pero no nos conformamos con hacerlo en Madrid, también denunciamos esta injusticia, a pie de calle, a la entrada del colegio Doña Mayor. Lo hicimos leyendo un poema y plantando un olivo que simboliza la voluntad de echar raíces.
Hacía frío y el sentimiento generalizado era una mezcla entre esperanza y tristeza, esperanza de pensar que algo cambiará, que hemos empezado a mover las piezas que empujan a las demás en esos laberintos casi infinitos hechos con fichas de domino, caerá la pieza final con tiempo pero caerá; y tristeza por la soledad, por la indiferencia o incluso hipocresía de palabras vacias. Se habla tanto de integración pero a veces da la sensación de que se busca una integración entre inmigrantes, porque nosotras y nosotros, los de aquí, de toda la vida ya estamos muy bien en nuestra confortable burbuja.
Defendemos el codesarrollo y el modelo de decrecimiento para resolver las desigualdades entre las personas y respetar el mundo en que nos ha tocado vivir. Porque exigimos la igualdad de derechos también entre diferentes, porque en entendemos el derecho a la inmigración desde una visión internacionalista y no desde una visión nacionalista excluyente como la del estado español, porque somos de aquí y de cualquier allí, y porque necesitamos construir una Navarra plural donde vivamos, luchemos, nos desarrollemos, construyamos y aportemos la ciudadanía en su conjunto, independientemente si hemos nacido en Bera, en Cáceres, en La Habana o en el Magreb.
Por la igualdad de derechos, somos iguales, somos diferentes, somos personas.

Diciembre 2009

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